Muy buenas tardes a todos, estamos encantados de estar aquí con cada uno de vosotros, queridos hermanos.
Es un gran placer y privilegio poder dirigirnos a vosotros. Queremos deciros y transmitiros cuánta luz hay en toda la humanidad, cuánta luz hay en cada uno de los seres humanos que viven en este planeta. Dentro de cada uno de vosotros hay un gran potencial. Sois almas bendecidas con la chispa divina, directamente desde la Fuente universal.
En todos y cada uno de vosotros reside esa luz y ese amor que se instauran en cada célula de vuestro cuerpo, en cada molécula. Tú, como ser humano, tienes infinidad de recursos para vivir tu vida. Esos recursos los traes desde el día que naciste, el día en que fuiste bendecido en esta encarnación. Esa memoria está en ti, en tu vehículo, en tu alma. Tu alma guarda todas las memorias y los propósitos de tu nacimiento y tu encarnación en este planeta Tierra.
Por eso es tan importante, y por eso se está dando tan grácilmente todo este cambio planetario. Los seres humanos han estado separados durante siglos, a través de diferentes capas que se han ido creando en la historia de la humanidad. Estas capas os han separado de vuestros dones y talentos, de vuestras verdaderas capacidades como seres humanos.
Pero esas capas están desapareciendo. La conexión que estáis llevando a cabo en todos vuestros cuerpos energéticos es, simplemente, la limpieza de esas capas que os han llevado a la separación de vuestro ser y de la Fuente divina. Los seres humanos estáis despertando y reconectando con lo que realmente sois: chispas divinas en acción, viviendo esta sagrada experiencia en la Tierra y en la materia.
Todas esas capas impuestas o autoimpuestas por tus creencias, de esta y de otras vidas, se están rompiendo para dejar ver quién realmente eres. Sin embargo, si te has identificado con esas capas durante tanto tiempo, puedes sentir desorientación, desesperación, e incluso sufrimiento y dolor. Es importante que comprendas que ese dolor es una señal para que tomes conciencia del cambio que necesitas.
Ese dolor aparece para que te des cuenta de dónde está el foco del desequilibrio: si es en tus emociones, en tu cuerpo físico o en tus pensamientos. Lo que realmente está ocurriendo es la ruptura de esa capa de separación que te aleja de tu ser superior.
Esas capas van desde emociones densas como el miedo, la separación, o el odio, hasta patrones sutiles, como pensamientos repetidos de limitación: «Yo no puedo», «¿Por qué me pasa esto a mí?». Estas creencias limitantes te hacen pequeño y te impiden cambiar. Tienes que comprender que estas ideas muchas veces han sido implantadas. Pero dentro de ti tienes la capacidad absoluta para vivir de otra manera.
Deja que esas capas se rompan. Permite romper con cualquier patrón de pensamiento que no necesites, porque este es el tiempo en que todas esas formas caducas se están desmoronando. Están siendo destruidas para que puedas salir de esa prisión ilusoria que limita tus pensamientos, tus emociones, y tu corazón.
Si te sientes desorientado, como si todo se rompiera, entiende que es parte del proceso. No lo tomes de forma personal. Sé compasivo contigo mismo y permite que todo eso se desmorone, para que emerja una nueva versión de ti. No te limites por patrones negativos que coarten tu conciencia, tu mente o tu espíritu.
Recuerda que tu derecho divino es ser amor, ser feliz, y vivir como la mejor versión de ti mismo. Relaciónate con los demás desde una perspectiva elevada, de corazón a corazón.
Eso no significa que debas llevarte bien con todo el mundo o aceptar todo, pero sí respetar que todos tienen el mismo derecho de existencia que tú. El conflicto surge cuando intentamos imponer nuestra voluntad sobre los demás. Respetar las diferencias es el primer paso hacia la unidad.
Permite que se derrumbe lo que tenga que derrumbarse. No tengas miedo del cambio, porque en este proceso evolutivo que estás viviendo, tienes dentro de ti todos los recursos que necesitas. Además, cuentas con la ayuda celestial, con todos los seres divinos que están trabajando de la mano con la humanidad en este salto cuántico.
Adonai Sebayot.